After Charlie Kirk Shooting, Right Wing Blames ‘Outsiders’ — But the Threat Was Homegrown

The conservative political activist Charlie Kirk was shot and killed while giving a speech at Utah Valley University on September 10, 2025. Authorities later identified the suspect as 22-year-old Tyler Robinson, a resident of Utah. According to law enforcement sources cited by Fox News, Robinson lived with a partner who is reportedly transgender, though that detail has not been independently verified. The partner is said to be fully cooperating with the FBI and, according to reports, had no knowledge of Robinson’s plans. Federal agents recovered computers, personal items, and messages from the shared apartment as part of the ongoing investigation.

A significant piece of evidence recovered at the scene were bullet casings inscribed with anti-fascist messages. Utah Governor Spencer Cox confirmed this during a press conference. He also made a statement that has drawn criticism from some corners. “For 33 hours, I was praying that if this had to happen here, that it wouldn’t be one of us — that somebody drove from another state, somebody came from another country… Sadly, that prayer was not answered the way I hoped for,” said Cox. His words were widely seen as an attempt to shift blame onto outsiders rather than confronting the fact that the suspect came from within the local community.

An editorial in The Fulcrum, a nonpartisan publication covering ethics and leadership, responded to the governor’s comments by pointing out that immigrants are statistically less likely to commit crimes than native-born Americans. The piece argued that Cox’s remarks reflect a broader trend among right-wing leaders: the impulse to externalize blame instead of taking responsibility when violence emerges from within their own ranks.

In the days since the shooting, some conservative voices have focused on the suspect’s alleged living situation rather than his own actions. By emphasizing that he lived with a transgender partner—again, a claim that remains unverified—these figures appear to be steering public attention away from Robinson’s personal motives or any ideological leanings he may have had. This fits into a familiar pattern: when violence erupts from within their base, many on the right look for someone else to blame—immigrants, outsiders, or marginalized groups—rather than addressing the radicalization taking place in their own backyard.


Tras el asesinato de Charlie Kirk, la derecha culpa a otros — pero el peligro era interno

El activista político conservador Charlie Kirk fue asesinado a tiros mientras daba un discurso en la Universidad del Valle de Utah el 10 de septiembre de 2025. Las autoridades identificaron al sospechoso como Tyler Robinson, un joven de 22 años que vivía en Utah. Según fuentes policiales citadas por Fox News, Robinson vivía con una pareja que supuestamente es transgénero, aunque este detalle no ha sido verificado de forma independiente. Según los informes, esta persona está colaborando completamente con el FBI y no tenía conocimiento de los planes de Robinson. Como parte de la investigación, los agentes federales incautaron computadoras, mensajes de texto y objetos personales del apartamento compartido.

Una pieza importante de evidencia encontrada en el lugar del crimen fueron casquillos de bala con mensajes antifascistas grabados. El gobernador de Utah, Spencer Cox, confirmó este detalle en una conferencia de prensa. Durante ese evento, Cox también hizo una declaración que ha sido fuertemente criticada. “Durante 33 horas, estuve rezando para que, si esto tenía que pasar aquí, al menos no fuera uno de los nuestros — que fuera alguien que vino de otro estado, alguien que vino de otro país… Tristemente, esa oración no fue respondida como yo esperaba”, dijo Cox. Estas palabras fueron vistas por muchos como un intento de culpar a “forasteros”, en lugar de aceptar que el sospechoso era parte de la propia comunidad local.

El medio independiente The Fulcrum, que cubre temas de ética y liderazgo, respondió con un artículo que señala que los inmigrantes cometen crímenes en menor proporción que los ciudadanos nacidos en Estados Unidos. El autor argumenta que los comentarios de Cox reflejan una tendencia más amplia entre los líderes de derecha: la necesidad de buscar culpables externos en vez de asumir responsabilidad cuando la violencia surge desde dentro de sus propias filas.

En los días posteriores al asesinato, algunas voces conservadoras han puesto el foco en la supuesta vida personal del agresor, en lugar de sus propias acciones. Al resaltar que vivía con una persona transgénero—repetimos, un dato que aún no ha sido verificado—estas figuras parecen querer desviar la atención pública de las verdaderas motivaciones o ideas radicales que pudiera haber tenido Robinson. Esto forma parte de un patrón ya conocido: cuando la violencia surge desde dentro de su base, muchos en la derecha buscan a quién culpar—ya sean inmigrantes, personas de afuera o grupos marginados—en lugar de enfrentar la radicalización que ocurre dentro de sus propias comunidades.